Fernanda

“¡Paren el mundo, que me quiero bajar!”
- Mafalda

En la casa del Puente me han dicho que soy como Mafalda, la de los comics. Yo no la conocía, me dieron un libro para que leyera sus historias, pero todavía no he tenido tiempo de verlo. No sé si me parezco a ella por el pelo negro enredado, por los ojos desorbitados o por llevar siempre la contraria jeje. Pero temo que es por la última de las tres.

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Ramona

Llegué a Querétaro a los 16 años, ahora tengo 26 años y casi 10 viviendo en la casa de El Puente de Esperanza I.A.P.. En el último año de preparatoria tenía que decidir que estudiar después y las pruebas de orientación que nos hacían en la escuela y en la Casa me dirigían hacia carreras científicas del área médica y al mismo tiempo hacia las manualidades, porqué era buena con los trabajos de precisión. Un domingo saliendo de Misa platiqué con una señorita, le conté que estaba pensando en estudiar odontología (ya que unía el aspecto médico y de las manualidades) y resultó que ella era dentista.

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Ernesto

Mi historia es como la del hijo pródigo, con ligeras variantes, naturalmente.

En la fábrica coreana me dieron media jornada de capacitación y me pusieron a trabajar en las máquinas. No era nada del otro mundo, se tenían que cortar tubos de acero con las cortadoras y quitar la rebaba. Yo tenía el turno nocturno de 7PM a 7AM, 12 horas, los jefes eran buena onda, nos daban agua y café ilimitado para que no nos durmiéramos en las máquinas.

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Alberto

Ya van doce meses que trabajo en una empresa como ingeniero de proyectos y ocho meses que me salí de la casa del Puente de Esperanza. En enero me fui a vivir solo y todavía no me acostumbro a cocinar solamente para mí. En el Puente preparaba mínimo 5 kilos de comida a la vez, ahora en mi casa me hago una ollita de frijoles ¡y hasta aquella se me echa a perder! No calculo bien todavía.

Se supone que no es la primera vez que me independizo de una familia: a los 15 años dejé la casa de mi mamá para venir a vivir a Querétaro y entrar al programa del Puente.

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Fernanda

“¡Paren el mundo, que me quiero bajar!”
- Mafalda

En la casa del Puente me han dicho que soy como Mafalda, la de los comics. Yo no la conocía, me dieron un libro para que leyera sus historias, pero todavía no he tenido tiempo de verlo. No sé si me parezco a ella por el pelo negro enredado, por los ojos desorbitados o por llevar siempre la contraria jeje. Pero temo que es por la última de las tres.

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Ernesto

Mi historia es como la del hijo pródigo, con ligeras variantes, naturalmente.

En la fábrica coreana me dieron media jornada de capacitación y me pusieron a trabajar en las máquinas. No era nada del otro mundo, se tenían que cortar tubos de acero con las cortadoras y quitar la rebaba. Yo tenía el turno nocturno de 7PM a 7AM, 12 horas, los jefes eran buena onda, nos daban agua y café ilimitado para que no nos durmiéramos en las máquinas.

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Ramona

Llegué a Querétaro a los 16 años, ahora tengo 26 años y casi 10 viviendo en la casa de El Puente de Esperanza I.A.P.. En el último año de preparatoria tenía que decidir que estudiar después y las pruebas de orientación que nos hacían en la escuela y en la Casa me dirigían hacia carreras científicas del área médica y al mismo tiempo hacia las manualidades, porqué era buena con los trabajos de precisión. Un domingo saliendo de Misa platiqué con una señorita, le conté que estaba pensando en estudiar odontología (ya que unía el aspecto médico y de las manualidades) y resultó que ella era dentista.

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Alberto

Ya van doce meses que trabajo en una empresa como ingeniero de proyectos y ocho meses que me salí de la casa del Puente de Esperanza. En enero me fui a vivir solo y todavía no me acostumbro a cocinar solamente para mí. En el Puente preparaba mínimo 5 kilos de comida a la vez, ahora en mi casa me hago una ollita de frijoles ¡y hasta aquella se me echa a perder! No calculo bien todavía.

Se supone que no es la primera vez que me independizo de una familia: a los 15 años dejé la casa de mi mamá para venir a vivir a Querétaro y entrar al programa del Puente.

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