Rodolfo

Partes:
Primera

Las maestras de la prepa, en Tolimán, me decían: “Rodolfo no dejes de estudiar, ve a Querétaro y aplica para las universidades”. Yo deseaba tanto seguir estudiando, pero la verdad es que terminando la escuela no tenía el dinero suficiente para mantenerme en la universidad así que decidí tomarme unos tres meses de pausa e irme a trabajar a la ciudad. Los tres meses se trasformaron en seis y luego en nueve. Trabajaba en las construcciones aquí en Querétaro y cada dos o tres semanas me regresaba a la casa a ver a mi familia. De vez en cuando trabajaba en la misma obra de mi hermano mayor Alexis, que me lleva tres años y que se había venido a la ciudad desde 2015. Su idea también era tomarse un par de meses, después de terminar la escuela, para juntar el dinero necesario e inscribirse a la carrera de ingeniería mecánica, pero el par de meses se transformó en tres años y, cuando lo alcancé a principios de 2018, la universidad se le hacía un sueño lejano. El trabajo en la construcción era duro y a veces por las noches, acostados en el piso de concreto de la obra, volvía a salir el tema de los estudios. “Rodo yo no me puedo imaginar teniendo esta vida para el resto de mis días” me decía mi hermano Alexis, “cargando costales de arena y haciendo la mezcla debajo del sol 12 horas al día para siempre. No Rodo, hay que aplicar para la universidad, hay que buscar una vida mejor.”

Así que un día fuimos a la UTEQ a informarnos sobre las carreras disponibles y, en las primeras fechas útiles, hicimos el examen de admisión. En julio de 2018 nos llegaron los resultados: ¡ambos admitidos a una carrera de ingeniería! ¡La emoción fue increíble!

Un segundo después de leer el resultado, mi hermano Alexis y yo nos miramos a los ojos: “Y ahora dónde diablos vamos a vivir?”.

Rodolfo, 20 años. Ingeniería, UTEQ
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Rodolfo

Las maestras de la prepa, en Tolimán, me decían: “Rodolfo no dejes de estudiar, ve a Querétaro y aplica para las universidades”. Yo deseaba tanto seguir estudiando, pero la verdad es que terminando la escuela no tenía el dinero suficiente para mantenerme en la universidad así que decidí tomarme unos tres meses de pausa e irme a trabajar a la ciudad. Los tres meses se trasformaron en seis y luego en nueve. Trabajaba en las construcciones aquí en Querétaro y cada dos o tres semanas me regresaba a la casa a ver a mi familia. De vez en cuando trabajaba en la misma obra de mi hermano mayor Alexis, que me lleva tres años y que se había venido a la ciudad desde 2015. Su idea también era tomarse un par de meses, después de terminar la escuela, para juntar el dinero necesario e inscribirse a la carrera de ingeniería mecánica, pero el par de meses se transformó en tres años y, cuando lo alcancé a principios de 2018, la universidad se le hacía un sueño lejano. El trabajo en la construcción era duro y a veces por las noches, acostados en el piso de concreto de la obra, volvía a salir el tema de los estudios. “Rodo yo no me puedo imaginar teniendo esta vida para el resto de mis días” me decía mi hermano Alexis, “cargando costales de arena y haciendo la mezcla debajo del sol 12 horas al día para siempre. No Rodo, hay que aplicar para la universidad, hay que buscar una vida mejor.”

Así que un día fuimos a la UTEQ a informarnos sobre las carreras disponibles y, en las primeras fechas útiles, hicimos el examen de admisión. En julio de 2018 nos llegaron los resultados: ¡ambos admitidos a una carrera de ingeniería! ¡La emoción fue increíble!

Un segundo después de leer el resultado, mi hermano Alexis y yo nos miramos a los ojos: “Y ahora dónde diablos vamos a vivir?”.

Rodolfo, 20 años. Ingeniería, UTEQ